PRUEBA: AUDI A3 SPORTBACK 1.8 TFSI QUATTRO (parte 1)



Hacía ya tiempo que no teníamos una prueba. No siempre es fácil hacerse con un coche más o menos nuevo e interesante como el de esta ocasión, afortunadamente siempre hay algún conocido, o algún concesionario que se enrolla y me hace feliz. En este caso es un amigo y el coche es uno de los Audi más exitosos de la historia: el A3.

Para ser más precisos, se trata de la versión Sportback, de cinco puertas, con el motor 1.8 TFSI de 160 CV del que ya hablaremos más adelante y que, por cierto, tenía muchas ganas de catar. Vamos a darle un breve repaso a sus orígenes antes de meternos en harina.

Mayor de edad

Dieciocho años lleva con nosotros el Audi A3, presentado en 1996. Recuerdo la primera vez que me subí a uno, allá por 1998: era negro, un 1.8T de 150 CV, toda una bomba por aquella época. Yo solo era un crío, pero la experiencia me dejó poso. Aquella primera generación supuso la vuelta de Audi a un segmento, el de los compactos, en el que llevaba más de dos décadas ausente. Construido sobre la plataforma PQ34, que compartía con sus primos TT, Golf mk4, León mk1 entre otros, tenía un diseño atractivo de formas redondeadas, una amplia gama de motores  -destacando los gasolina turbo y los TDI de mayor potencia, obviamos el S3-  y en combinación con la tracción Quattro  -un elemento que sigue siendo muy poco común entre sus competidores-  era un modelo exclusivo y muy valorado. Su precio iba en consonancia, con la versión de acceso superando holgadamente los tres millones de pesetas.


Siete años tardó en ser sustituido por la segunda generación, aparecida en 2003 y que, aunque no lo parezca, es a la que pertenece nuestro protagonista. Nada menos que nueve años ha estado vendiéndose  -y muy bien-  este A3, montado sobre una evolución de la plataforma anterior llamada PQ35. Diseñado por el conocido Walter da Silva y reconocible por la gran parrilla delantera característica aún hoy  -Audi la llama singleframe-  , siguió destacando por una amplia e interesante gama de motores y opciones como la antes citada tracción integral o el cambio de doble embrague S-Tronic, o DSG para los amigos.

En esta segundo modelo se introdujo la versión de cinco puertas denominada sportback, ligeramente alargada respecto al tres puertas  -ocho centímetros-  que como veremos luego redundó en una habitabilidad mayor así como en un maletero de mayor capacidad. En 2008 recibió una lavado de cara que puso al día su imagen, su equipamiento y su interior. Algunos elementos como la tracción Quattro también recibió ajustes menores.

La versión actual fue presentada en 2012 y mantiene las líneas generales de la que vemos hoy, con unos rasgos algo más afilados y angulosos. Un diseño bonito pero que a mi juicio no logra el atractivo del modelo que probamos hoy.


Audi A3 de tercera generación (2012-presente)

Vestirse bien es importante

Es una opinión muy personal: el A3 me parece de esos coches que, por su diseño, en sus versiones básicas resultan bastante sosos, pero que con tres o cuatro opciones bien escogidas  -y previo paso por caja-  su apariencia cambia de forma radical. Este coche creo que me da la razón: con el paquete S-Line, ese indescriptible pero favorecedor tono rojogranateyunpoconaranja y las preciosas llantas de siete radios dobles  -ya le podían haber puesto estas al S3 y no este horror-  hacen que casi parezca otro coche. Como decía antes, con un par de aditamentos luce mucho más y ofrece una bonita imagen con un toque deportivo y sin estridencias de ningún tipo.


Pese a la silueta sensiblemente alargada, no da impresión de ser unA “ranchera”, sino un compacto grande  -en alguna foto quizá lo parezca, pero prometo que en directo no ocurre-  . El Skoda Spaceback por ejemplo sí me da un poco más sensación de station wagon que el Audi midiendo solo un centímetro más. Las líneas suaves y las formas redondeadas que protagonizan la carrocería quizá sean la causa de ello. También tiene detalles como la doble salida de escape o el discreto alerón

Le favorece mucho el techo panorámico opcional, aunque más que estética, su mayor ventaja es, al menos desde mi punto de vista, la luminosidad que aporta al habitáculo. No se trata de un elemento puramente visual, se puede abrir la parte delantera y asomar la cabeza.


Dentro del A3

En el interior no hay ninguna sorpresa, es el típico interior Audi: sobriedad por doquier, un poco sosete según para quién. En esta unidad la pantalla multimedia le da bastante vida al salpicadero, al menos a la consola central. Los botones, los mandos y hasta las salidas de aire dan buena impresión al ser accionadas. Sin haberme metido a trastear en ello demasiado, el equipo multimedia parece ser bastante intuitivo, al menos al utilizar las funciones básicas.



En varios aspectos el A3 trasmite una calidad de construcción notable. Me refiero a cosas como por ejemplo las puertas que, al cerrarse, transmiten mucha solidez. Lo mismo pasa con la mayoría de los elementos del interior, que dan buena impresión y tienen unos ajustes muy buenos, mejores de lo que se suele encontrar en modelos más generalistas, aunque cada vez cuesta más apreciar las diferencias. Es cuestión de cada uno en qué medida se aprecian este tipo de detalles.

Donde no me ha parecido que destaque tanto es en los materiales en sí. Los plásticos del salpicadero o las puertas son agradables al tacto  -así como gomoso-  y en las puertas tampoco se han empleado soluciones "cautivadoras" como algún trozo de cuero o tela mullido. No quiero decir que desmerezcan en absoluto, porque no lo hacen, pero por precio quizá la marca debería prodigarse un poco más en este aspecto. En cualquier caso hay que recordar que este modelo fue adquirido cerca del final de su vida comercial, por lo que los detalles de este tipo hay que ponerlos en contexto.


Cuestiones más o menos superfluas aparte, me gustó mucho el puesto de conducción. Bastó con que echase para adelante el asiento para encontrarme listo para conducir. El volante puede estar bastante vertical y es muy fácil estar a gusto. Ayudan en esta tarea los asientos, que me parecieron muy cómodos  -en general en casi todos los Audi lo son-  y eso que hay unos aún mejores como opción. Sujetan bien y no me parecieron criticables ni por duros ni por blandos. El espacio delante es normal, hay suficientes huecos útiles y el techo panorámico, como decía antes, aporta un extra de luminosidad que se agradece mucho. Un agradable habitáculo.

Detrás me pareció que había un buen espacio, aunque no especialmente abundante comparado con sus equivalentes. Metro en mano, gana unos centímetros respecto al tres puertas, aunque no se hasta que punto se nota porque nunca me he subido a uno. Vuelvo al techo panorámico, que aporta mucha luminosidad y hace que percibamos más espacio del que realmente hay. Con la tercera plaza trasera sucede lo habitual: no hay suficiente anchura para todos y la plaza en sí es bastante más incómoda que las de los lados.


Aunque hace ya tiempo, sí que recuerdo al BMW Serie 1 un poco más angosto; las medidas confirman así lo confirman. Salvo en espacio para las piernas  -el sportback va bien servido-  , la altura y la anchura son más o menos las mismas que podemos encontrar en un Renault Mégane o un Auris. En la media de la categoría.

El maletero también es más grande en esta variante sportback que en de tres puertas, 20 litros mayor, para ser exactos, quedándose en 370. Las versiones con tracción total Quattro como esta tienen reducido el maletero para poder alojar el diferencial trasero, por lo que su capacidad es de algo más de 300 litros. Un poco justo.

En la segunda parte tocará arrancar el 1.8 TFSI a ver que hay de cierto en esa buena fama que tiene  -el EA211 ha ganado varias veces el trofeo a mejor motor del año-  , así como ver que tal se mueve el A3 en ciudad y en una entretenida carretera revirada...

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