PRUEBA: MAZDA 3 2.2 SKYACTIV-D (parte 2)




Retomamos la prueba del nuevo Mazda 3 que nos dejaron en Hiro Motor, concesionario oficial de Mazda en Oviedo, para conocer de primera mano este notable compacto japonés. Comentábamos en la primera parte su agradable diseño, quizá algo empañado por esa inoportuna matrícula delantera  -habrá que acostumbrarse-  pero diferente a todo lo ya visto y con personalidad, lo cual le confiere un plus de exclusividad.

También descubrimos la alta sensación de calidad interior que transmite: solo algunas nimiedades le separan de los acabados más Premium de la categoría. No destaca por sus cotas interiores  -está en un aceptable término medio-  , aunque no se echa en falta más espacio. La dotación tecnológica de la versión probada era alta y su manejo, pese a requerir de cierto aprendizaje, me pareció cómoda e intuitiva. Ahora toca ponerse en marcha y ver cómo se desenvuelve el 3.


Motor, prestaciones

Me hubiera encantado probar cualquiera de sus motorizaciones, incluido el atmosférico de 100CV, será la curiosidad innata. Me tocó el único diésel de la gama, un 2.2 litros biturbo y 150 CV. Los más avispados se habrán percatado de lo inusual de su cilindrada para un motor nuevo, aunque esto es más llamativo en las demás versiones. La sorpresa está bien justificada: respecto al motor básico, la competencia emplea medio litro menos de cubicaje y turbo  -Mazda prescinde de él. 

Para las versiones, también gasolina, de 120 y 165 CV, Mazda también se pasa por la bisectriz todo eso del downsizing: bloques de dos litros atmosféricos cuando lo habitual es bajar del litro y medio. Y encima atmosféricos, ¡ahí, con un par!  -más sobre la tecnología Sky-Activ aquí- . En el caso del diésel, la diferencia es menor: 2.2 litros contra los 2.0 a los que estamos acostumbrados.


Aunque me quedé con ganas del gasolina de 165 CV, el diésel tardó poco en atrapar toda mi atención. Es un motor con una relación de compresión inusitadamente baja  -14:1, cuando lo habitual en los diésel es de 16:1- 18:1-  y es… fantástico. En todo tipo de recorridos el conductor apreciará una elasticidad brillante: reto a cualquiera que compruebe como, si nos ponemos cabezones, se puede ir a todas partes en tercera: desde circular despacio por ciudad a coquetear con la retirada de puntos en autovía, siempre con gran fuerza.

Un segundo punto interesante es la facilidad con la que este propulsor sube de vueltas. Y no me refiero a que llegue bastante arriba y ya: pasa holgadamente de 5.000 vueltas con entusiasmo, con brío. Y lo hace además con un sonido diferente, que sin ser embaucador  -sigue siendo diésel y Mazda sabrá hacer maravillas, pero no milagros-  tiene cierto tonillo más agradable de lo habitual. El motor se deja sentir en el interior, no es el mejor aislado del segmento aunque esto según para quién no es algo negativo. Con este propulsor, el Mazda te pide conducción ágil, nada de ir "pisando huevos".


En cuanto a prestaciones puras, el Mazda 3 no lo hace nada mal: hace el 0-100 km/h en los mismos 8,1 segundos que el Golf TDI de 170 CV y prácticamente medio segundo más rápido que el C4 HDI 150 CV  -que probamos aquí-  y el Mégane dCi de 165 CV. Bondades de un motor que no cuenta en esta ocasión con la ayuda del peso, de casi 1.400 kg. Un aspecto en el que Mazda suele trabajar bastante pero que en esta ocasión solo ha servido para dejar al 3 en la media.

A pesar de poder, como decía antes, prescindir con frecuencia del cambio, me sorprendí recurriendo con frecuencia a este porque tiene un guiado y una precisión y una rapidez estupendas, con cambios así engranar marchas se convierte en un placer. Brevemente probé el sistema i-STOP, que es como Mazda llama a su sistema start/stop. Pese a no prestarle mucha atención, me pareció que funcionaba con suaviadad y satisfactoriamente.


En el apartado de consumos no pude comprobar empíricamente si el motor Sky-Activ-D es capaz de lograr los aquilatados consumos que declara, me dediqué a disfrutar de su rendimiento por ciudad y carreteras secundarias, obviando por completo el consumo eficiente. A pesar de ello, y sacando a pasear todo el rendimiento del motor, obtuve una media de poco más de 7 litros/100 km. Tengo la certeza de que con otro motor equivalente el resultado no habría sido mejor, o al menos no sensiblemente mejor. Lástima no haber podido comprobar lo mismo con los SkyActiv-G de gasolina.

Comportamiento

Mazda ha logrado imprimirle al 3 un comportamiento muy equilibrado, con una gran calidad de marcha que sin duda lo coloca entre los mejores del segmento. Me pareció un coche ágil, de los que suelen gustar a los que buscan siempre “algo más” en un coche. La puesta a punto de la suspensión me pareció más dura que la de coches como el C4 o el Mégane, pero no necesariamente más incómoda ni filtra peor las irregularidades, de hecho me pareció bastante buena en este sentido. Para más señas, la suspensión delantera es de tipo McPherson y detrás recurre a un paralelogramo deformable.


Ojalá la dirección tuviese un tacto un poco más duro, más trabajado, porque para mi gusto está demasiado asistida y no hay demasiado feeling con las ruedas. Pese a ello es suficientemente precisa y rápida, además tanto el tamaño como el tacto del volante fueron de mi agrado. Los movimientos de la carrocería están muy bien contenidos y el tacto es firme. Las más que buenas características del chasis me hacen pensar en una versión deportiva que rivalice con los Golf GTI, Astra OPC y demás, convenientemente aderezada por la división de alto rendimiento, Mazdaspeed. Desde luego cuentan con buen material desde el que partir.

El aplomo del Mazda 3 en autovía es destacable, y aunque esto es casi una norma general entre los compactos de reciente factura, en este japonés llama la atención. Se alcanzan velocidades por encima de 150 km/h y las sensaciones son  -perdón por el cliché-  de coche de segmento superior. En ciudad las sensaciones se mantienen, la calidad de marcha es muy buena y la comodidad es destacable, absorbe muy bien cualquier irregularidad: desde las propias del asfalto gastado hasta las destinadas a reducir la velocidad. 

Como ya me ocurriera probando el Mégane, la visibilidad trasera es bastante reducida, por lo que tendremos que tirar de sensores o práctica a la hora de afrontar algunas maniobras típicas como estacionar marcha atrás  -yo soy de los que se gira hacia atrás-  .


El "socio" que me echó una mano con la prueba. Un gran tipo, sin duda.

El gran trabajo de Mazda

La última hornada de coches de Mazda está a un gran nivel en todos los sentidos, creo no faltar a la verdad al decir que hay cierto consenso al respecto. El CX 5 abrió el camino que después tomaría el 6, la berlina, ya ahora el 3, que es desde mi punto de vista uno de los mejores compactos de su generación.

Creo que se equivoca Mazda al hacer una publicidad insuficiente de sus modelos, algo que he comprobado en mi entorno cercano, que apenas conocía el nuevo 3, en cambio cuando el que sale es una nueva generación de Focus o de Golf, está en boca de todos.  En cualquier caso, con un buen marketing o sin él, estoy convencido de que Mazda logrará con el 3 los objetivos que se ha marcado, e incluso superarlos. Es todo un soplo de aire fresco por lo diferente, bien resuelto y satisfactorio que resulta. Un gran coche, este Mazda 3.



Mi más sincero agradecimiento al concesionario oficial de Mazda en Oviedo, Hiro Motor, por su colaboración y gran amabilidad.



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