PRUEBA: SKODA ROOMSTER 1.4 MPI (parte 2)


Lo dejamos en la primera parte justo antes de ponernos en marcha y emprender un viaje que nos llevaría por buena parte de Polonia y Eslovaquia, a bordo de un Skoda Roomster que alquilamos cuatro amigos, ávidos por comprobar cómo se las apañaría la pequeña "monovoneta" por las carreteras del este.

Ya habíamos descubierto que aunque a priori el Roomster no nos había transmitido la mejor de las sensaciones, se escondía un par de ases bajo la manga en forma de gran habitabilidad, practicidad y buenas dosis de modularidad. Tanto fue así que no hubo ni una sola pelea por quien viajaba delante o detrás.

Un motor de la vieja escuela

Nuestro Roomster monta un motor 1.4 MPI 16 válvulas que entrega 86 CV que mueve con suficiente agilidad los algo más de 1.200 kilos de peso. En ciudad es especialmente agradable por lo buena respuesta desde abajo y lo lineal de esta, y además no es particularmente ruidoso. Carece de esas modernidades que vemos hoy a porrillo como la inyección directa, el turbocompresor, la cilindrada hiperreducida o recorte del número de cilindros.


Clásico motor de hace unos años: sin turbo, inyección indirecta, doble árbol de levas y 16 válvulas, pequeñito pero peleón.

Comparado con su equivalente moderno, que sería el 1.2 TSI de idéntica potencia que probamos aquí en el Seat León, es un motor superado tanto por consumos como por emisiones, rendimiento  -al menos en el rango de revoluciones "normales" y agrado de uso. Sin embargo, me parece más divertido de conducir porque para sacarle todo su jugo hay que pelearse con él  -y con el cambio, de buen tacto-  y llevarlo alto de vueltas, aunque no demasiado porque a 5.000 vueltas ya han llegado esos 86 CV y pasar mucho de ahí solo genera ruido. Me lo pase bien con este modesto propulsor, que ni siquiera tiene un sonido atractivo. Será ese carácter atmosférico que tanto me atrae...

Por carretera abierta se mueve con suficiencia siempre que no le exijamos cruceros muy por encima de lo legal en España, incluso subiendo pendientes considerables pude comprobar, con 4 pasajeros y un par de maletas livianas, que no necesita más. Pese a eso, si se va a cargar el maletero con frecuencia y a circular por zonas de orografía complicada, irse a una motorización superior no es ninguna locura.


Cruzando Polonia con tranquilidad

En cuanto a consumos, es fácil hacer "seis y poco" mezclando un poco todo tipo de carreteras siendo un poco cuidadoso. En autovía, terreno llano y velocidades de unos 100 km/h, es posible ver medias de menos de seis litros/100 km. La quinta es corta, de hecho a 120 km/h el motor gira a algo más de 3.700 vueltas, lo cual no beneficia al consumo. Podrían arañarse unas décimas al depósito con una relación algo más larga, pero a costa de esa suficiente reserva de aceleración a velocidad de autopista. En cualquier caso, su consumo es un poco lo que te puedes esperar de un motor de sus características.

La furgoneta mentirosa

A nivel dinámico el Roomster sobrepasa claramente las expectativas por enésima vez porque está mucho más cerca de un buen turismo del segmento B que de una furgoneta tipo Citroën Berlingo, aunque la estética pueda sugerir lo contrario. La posición de conducción está lejos de ser elevada, nada que ver en ese sentido con los clásicos monovolúmenes que todos conocemos, y eso condiciona bastante la sensaciones que transmite en carretera. Pese a esa altura poco elevada, la visibilidad en todas direcciones es muy buena y se agradece a la hora de lidiar con la ciudad.


La prueba de que en el Roomster se viaja bien, en la parte derecha de la foto. La estampa se prolongó un par de horas.

Pese a que lo hay, el balanceo de la carrocería no es tan acusado como en un Scenic o un Xsara Picasso y en ningún caso te transmite la sensación de estar conduciendo un coche de su volumen. La suspensión no puede tildarse de blanda y aunque no es incómodo, eso que llaman "calidad de rodadura" no es su punto fuerte porque no filtra del todo bien los baches e irregularidades, aunque con más de 60.000 km a sus espaldas quizá pudo influir que los amortiguadores ya no estuvieran en su mejor momento.

La dirección, razonablemente directa, el cambio, agradable de usar, y la agilidad con la que se mueve hacen del Roomster un coche con el que te puedes divertir, desde luego mucho más que con la mayoría de sus rivales, cuya altura y suspensión generalmente tirando a blanda los hace bastante más torpes.

Como comentaba antes, es muy posible divertirse sacándole el máximo partido y no tardé demasiado en buscar los límites del Roomster, influidos por las quizá excesivas gomas en medida 195/55 R15. Estos límites es  -prometo no utilizar más la expresión-  más altos de lo que puede parecer, y una vez los alcanzas aparece un marcado subviraje muy esperable en un coche que está pensado para llevar 2 niños y un perro, no para que cuatro energúmenos hagan travesuras. Hay que ser bastante bruto para conseguir que la trasera te de un susto.

Una extraña alternativa

Una de las primeras cosas que se me vinieron a la cabeza tras devolver el coche y darle un par de vueltas a la impresión que me había dejado fue que era una maravillosa alternativa para el que busque algo más espacioso y configurable que un turismo convencional pero que no quiere irse a las formas ni al manejo de un monovolumen típico. Claro que tampoco me queda claro si alguien que renuncia a un coche con forma de huevo está dispuesto a comprarse otro con forma de furgoneta. En un tiempo en el que tener el coche más "guay" parece tan importante, el Roomster podría tener ahí la batalla casi perdida.


Haciendo un alto en el camino en Banska Bystrica, Eslovaquia

Sin embargo, como coche me parece absolutamente recomendable y no se me ocurre otra alternativa que conjugue mejor habitabilidad, dimensiones, precio y dinamismo. La versión de acceso, que corresponde al nivel de acabado Ambition y lleva el más que suficiente motor 1.2 TSI de 86 CV, no llega a 13.500 euros y trae de serie airbags frontales y laterales delanteros, dos fijaciones ISOFIX, antinieblas, ordenador de a bordo, sensores de presión de neumáticos, toma de audio y lector MP3... Además, los opcionales son muy asequibles: arranque en pendiente por 57 €, función cornering en los antinieblas por 110 €, asientos calefactables por 215 €. Tiene alguna laguna, como manivela para las ventanillas traseras o la ausencia de volante multifunción de serie, pero compensarlas no te costará un riñón.

Solo el Dacia Logan MCV puede competir con el Roomster en casi todos los aspectos. Lo supera claramente en maletero, pero no en modularidad y la carrocería ser va a los cuatro metros y medio. Parte de 11.500 €, la versión Laureate con el motor TCe de 90 CV  -descarto el 1.2 de 75 CV por razones obvias-  , que lleva un equipamiento similar o algo superio y los opcionales son aún más baratos que en Skoda.

No cabe duda que en Skoda siguen fieles a su lema Simply Clever, el Roomster solo es otra prueba de ello. Solo el hecho de conocerlo ya merece la pena, pero ojo con probarlo, no vaya a ser que te convenza y acabes yendo por ahí en "furgoneta".



PD: Aprovecho para saludar a mis compañeros del viaje, a los que llamaremos Mico, Ropis y Portero (son muy vergonzosos)

PD2: Así podría ser la próxima generación. Más del gusto de todos, pero con mucho menos encanto.




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