PRUEBA: MERCEDES-BENZ A180 CDI 7G-DCT (parte 1)



Esta semana he tenido la oportunidad de probar uno de los últimos compactos en aparecer en escena. Quizá el nombre no os suene a nuevo, pero el concepto es muy distinto: ya no es un monovolumen de menos de cuatro metros de apariencia inocente y familiar. De hecho, lo único que tiene el nuevo Clase A con el modelo anterior es... el nombre.

¿Recordáis eso de “algo está pasando en Mercedes”? Pues es algo más que marketing y lo comprobé en Adarsa, concesionario oficial Mercedes-Benz en Oviedo. No solo es el Clase A, también es el CLA o el GLA… modelos que transmiten una imagen más fresca y moderna de lo que venía siendo habitual en la marca, tratando en mi opinión de alejarse un poco de ese estigma de “coches para señores mayores”.

Cambio radical

El Clase A nació en 1997 como un monovolumen del segmento C, rival directo del no demasiado exitoso Audi A2. Hace ya tiempo probamos el A180  -parte 1 y parte 2-  por lo que no redundaremos en sus orígenes y características. Cuando me enteré de la aparición de este nuevo Clase A pensé  -como todos, supongo-  que ya era hora que Mercedes sacase un rival apropiado para el ya más que asentado A3, el exitoso Serie 1 o el más reciente Volvo V40.


Este es el Clase A anterior. Algo cambiado sí que está, ¿verdad?











Está disponible en siete sabores, tres diésel y cuatro gasolina. Los primeros son los CDI de 
109, 136 y 170 CV respectivamente. Los gasolina son todos turbo, desde el más accesible A180 de 122CV hasta el A250 de 211, pasando por la motorización intermedia que rinde 156 CV. La que nos falta es la que corresponde al terrible A 45 AMG, que monta un dos litros de 360 CV y es, por cierto bellísimo. Lo pudimos disfrutar en manos de Chris Harris no hace mucho tiempo, una verdadera máquina de correr. En fin, volvamos al mundo real.

Por fuera es todo un soplo de aire fresco, no cuesta relacionarlo con algunos rasgos propios de los últimos coches de la marca de la estrella.


El llamativo azul mar del sur del A180 que me cedieron en Adarsa le sentaba francamente bien, potencia aún más sus formas. Quizá por eso y por ser un diseño atractivo y poco visto, sorprendí a varias personas mirándolo de reojo en una ocasión en la que estaba contemplándolo en mi calle, fue curioso. Llama la atención por ese frontal tan gordote, por la gran calandra que acoge junto a dos lamas plateadas esa estrella  -de un tamaño notable-  tan reconocible. Según la versión, puede tener otra calandra diferente.

Las ópticas, grandes y en línea con las de los últimos Mercedes, integran en todo el borde superior las luces diurnas y los intermitentes, produciendo un efecto que me pareció muy conseguido. La fluidez de sus líneas se perpetúa hacia los laterales, donde dos marcados nervios se llevan todo el protagonismo, siguiendo uno de ellos una trayectoria ascendente hasta las ópticas traseras.



Desde mi punto de vista la trasera está resuelta de manera brillante, con un discreto alerón superior y otros pequeños spoilers laterales negros que enmarcan la luna. Los grandes faros traseros parecen darle un aire desenfadado y tienen una firma lumínica bonita. Detalles como los retrovisores negros con el intermitente integrado, las brillantes llantas bitono de 18” –excesivas para este motor-  , los cristales oscurecidos…  Sobra decir que por fuera el coche me convence y eso que no tiene el pack AMG pero, ¿y por dentro?

Interior del Clase A

Dentro del Clase A encontramos un habitáculo muy cuidado y bien hecho, al fin y al cabo es un Mercedes-Benz. No es que sea un Clase S ni mucho menos, pero las diferencias con otros compactos  -de precio sensiblemente menor, todo sea dicho-  están ahí. Tiene detalles que delatan el nivel de realización, como la forma en la que aparece y se desvanece la luz del plafón del techo, la sensación de calidad que transmiten los aireadores al ser manipulados o el fondo tapizado de todos los huecos útiles para que no haya ruidos molestos. Son detalles que no todo el mundo aprecia  -personalmente no determinan mi decisión de compra-  pero presentes al fin y al cabo.


Los materiales empleados también destacan, especialmente en las partes más a la vista, donde hay materiales acolchados y muy agradables al tacto. En la consola central y las partes menos visibles se ha recurrido al plástico duro, de buen aspecto y sólido. Al estar en un Mercedes, confieso que fui “a pillar”. Solo encontré un par de defectillos menores: uno en el lado del salpicadero que se junta con la puerta y otro en la franja central del salpicadero  -esa que es como a cuadritos-  que sonaba un poco al presionar en algunos puntos. 

Minucias aparte, el habitáculo del Clase A es sin duda de lo mejor del segmento: superior desde mi punto de vista al del A3 de la última prueba  -aunque la comparación justa sería con esta última generación-  y “ahí ahí” con el del Serie 1, donde decidirá el gusto de cada uno más que las diferencias que pueda haber.


Hablando de gustos, me sorprendió gratamente el diseño interior, sobre todo el desenfado del salpicadero. Ni rastro de la típica  -y para mi gusto excesiva-  sobriedad alemana: adiós a la clásica oficina sobre ruedas, ahora es un sitio bonito y resultón en el que estar sentado, me parece un gran acierto por parte de Mercedes. Mención aparte merecen los preciosos asientos con el reposacabezas integrado en el respaldo.

Lo único que no es de mi particular gusto, y me temo que se está poniendo de moda, es la pantalla multimedia  -de 15cm de diagonal-  que parece una tablet pegada ahí a última hora, con lo bonitas y bien resueltas que suelen ser las integradas. Este diseñe tiene una ventaja evidente  -nunca mejor dicho-  y es la estupenda visibilidad que ofrece y lo poco que distrae el echarle un vistazo.


En cuanto a habitabilidad, delante es satisfactoria, sin que de particularmente sensación de espacio abundante. Esto con frecuencia es una cuestión de apreciación, según la forma del salpicadero y lo profundo que sea puede dar más o menos impresión de tener mucho espacio, aunque realmente no sea espacio útil. Yo en todo momento me sentí a gusto como conductor y Miguel, un amigo de más de 1,94 que me acompaño en parte de la prueba también.

Detrás lo habitual: alguna estrechez, especialmente a lo ancho y en altura, donde no resulta complicado tocar arriba si se pasa de 1.80m y nos sentamos erguidos. Metro en mano, es muy similar en este aspecto a sus principales rivales, el BMW Serie 1 y el Audi A3. Me senté brevemente en la plaza central y tuve la impresión de que era menos incómoda de lo habitual, eso sí, aunque la diferencia con las laterales son notables.



El maletero es justito, 340 litros. Una cifra próxima a la de la mencionada competencia pero lejos de los mejores del segmento, como por ejemplo los 400 litros del Citroën C4.

Más curiosidades del A180

Volvamos al puesto del conductor: la información de los relojes es fácilmente legible, así como la pantalla que se acomoda entre ellos y ofrece la información habitual: odómetro total, parciales, consumo… Nada que objetar aquí. El volante me gustó mucho, especialmente el tacto de la zona donde suelen ir las manos,que está punteada. Incorpora botones dedicados al manejo del sistema de audio; su uso es bastante intuitivo y su ubicación no es molesta.


A los que no estamos acostumbrados a la marca nos llamará mucho la atención la acumulación de funciones en torno al volante. Requiere un tiempo de aprendizaje, por ejemplo al principio no es nada difícil accionar por error la palanca de limitador de velocidad. En este caso se suma además el selector del cambio, ubicado a la derecha del volante como otra palanca más, algo muy común en los coches norteamericanos. Una vez controlada la mano  -que por inercia se va hacia la consola centra en busca de un pomo tradicional-  resulta muy cómodo y uno se habitúa con rapidez.


Para terminar esta primera parte, unas palabras sobre el sistema de entretenimiento: se maneja desde una ruedecilla ubicada cerca del freno de mano y, sin haber trasteado mucho con este tipo de sistemas, me pareció fácil interactuar con él, desde luego es todo un avance respecto a la tradicional radio “de meter el cd”. Probé varias funciones como las llamadas y la música por Bluetooth  -mediante el teléfono móvil, un iPhone 4S en este caso-  y me gustó mucho. Al no haber probado muchos sistemas de este tipo no puedo establecer comparaciones, pero desde luego creo que este es plenamente satisfactorio. 

Tampoco me quiero dejar la cámara de aparcamiento trasera, una opción no demasiado cara  -381 euros-  que puede salvarnos en más de una ocasión incluso a los que, como yo, solemos girarnos para mirar hacia atrás, porque el Clase A no es destaca precisamente en visibilidad.

Hacemos la pausa aquí y volvemos en la segunda parte con el coche en marcha. Daremos una vuelta por las preciosas carreteritas que hay por Asturias a ver si dinámicamente el nuevo Clase A es tan bueno como hasta ahora. 



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