PRUEBA: 2012 MERCEDES-BENZ CLASE A 180 CDI (parte 2)



Tras comentar el aspecto exterior e interior del Clase A  -recién sustituido por un compacto diametralmente opuesto-  , es hora de probar sus prestaciones y comportamiento. Para los que acaben de incorporarse, nos gustó mucho la agradable y moderna apariencia exterior y sobre todo su interior, el cual encontramos cómodo y muy atractivo visualmente debido a los buenos materiales y ajustes empleados en el salpicadero.
Vamos a ponernos tras el volante a ver como se comporta el más pequeño de los Mercedes.


Motor y prestaciones

Todos los Clase A diesel están animados por el mismo bloque de 1.900 cc. La diferencia entre el A160 y el A180  -82 y 109 CV-  es exclusivamente la configuración electrónica. El A200 de 140 cv se distingue, además, en la geometría del turbo, que no es fija sino variable. En nuestro caso se trata de la opción intermedia, el A180.


Es un propulsor vigoroso, sus 109 CV son muy aprovechables. En el coche de la prueba venía asociado a una caja de cambios Autotronic de la que hablaremos enseguida. No solo es un motor muy satisfactorio en ciudad  -sale de parado con mucho brío-   sino que tiene potencia más que suficiente para salir de ella y hacer kilómetros por autopista a velocidades altas. Por carretera, el Clase A se mueve también con suficiencia. Solo en los casos más exigentes recomendaría acudir al escalón superior, el A200 de 140 CV.

Al ser un Mercedes, sorprende que el motor no sea un prodigio de suavidad y refinamiento, en este sentido los hay mejores. No tiene un sonido evocador y hay quien no dudaría en calificarlo como “tractoril”. La buena noticia es que el habitáculo esta muy bien aislado, los ocupantes no se percatan de ello. En cuestión de vibraciones no está tan logrado ese aislamiento y al ralentí las vibraciones son bastante perceptibles, en marcha obviamente esto mejora.

Los primeros kilómetros el motor no da la sensación de ser tan resolutivo como es debido al comportamiento del cambio Autotronic, una caja automática de variador continuo de funcionamiento suave. La naturaleza de este cambio hace que en ocasiones las revoluciones del motor no acompañen la ganancia de velocidad como en un cambio manual o automático de doble embrague. Es cómodo, pero poco indicado para quien busque sensaciones deportivas. Tiene dos modos de funcionamiento, Standard (S), que aprende los hábitos del conductor y se adapta a ellos, y Confort(C), que realiza cambios más suaves y busca el menor consumo.

El consumo medio declarado por el fabricante es de 5.2 litros/100km. Sin ser alto, tampoco es una cifra brillante. Otros monovolúmenes mayores e incluso más potentes homologan una cifra solo un poco mayor. En conducción despreocupada, es difícil bajar de 6 litros. Siendo muy cuidadosos se pueden rebajar varias décimas, aunque alcanzar lo homologado se hace complicado.

Comportamiento

Empezaremos por lo más destacable del Clase A, que es la calidad de rodadura, que raya a un nivel alto. Se junta la comodidad de la suspensión, la calidad interior, el buen aislamiento… varios aspectos que hacen de este un coche ciertamente agradable de llevar.


Debido a los problemas iniciales del primer Clase A que comentábamos en la primera parte de la prueba, este quedo configurado como un coche duro de suspensión y no todo lo cómodo que cabria esperar. A la hora de construir este nuevo modelo Mercedes trabajó mucho y duro en la amortiguación para mejorarlo. No puedo compararlo directamente con el anterior ya que nunca lo hemos probado pero sí puedo afirmar que este es francamente cómodo. 

Comentaba Daniel, mi compañero durante la prueba y propietario, que a altas velocidades el coche no daba la sensación de ir bien asentado al pasar pisar irregularidades. En mi opinión, es cierto que en esas circunstancias el tren trasero da la sensación de "flotar" un momento tras el rebote, pero estoy convencido de que se trata de una particularidad de su suave suspensión ya que es muy difícil verle perder la trayectoria por muy feo que se ponga el firme.


Lo cierto es que este Clase A hace olvidar que estamos en un “pequeño” monovolumen del segmento B. Es fantástico, invita a rodar tranquilo y aunque parezca lo contrario, el balanceo es bastante contenido. Obviamente cuando se le fuerza en una carretera con curvas no va como una tabla como haría un coche de suspensión firme o tren de rodaje deportivo, aunque tampoco lo pretende.

Conduciendo por un entorno urbano no es especialmente ágil, pero sí que tiene ese puntito de “coche pequeño” que le da cierta destreza en ciudad, lo cual unido a su ya mencionada calidad de rodadura hacen los atascos, semáforos y cambios de carril mucho más soportables.


Es un coche muy subvirador, haciendo énfasis en ese “muy”. Eso lo hace bastante fácil de conducir, no traiciona ni da sorpresas. Por si esto fuera poco, está muy controlado por la electrónica, que es intrusiva y no deja desbocarse al coche. Hay que ser terriblemente salvaje para sacarlo de sus casillas. Los usuarios a los que está dirigido no responden a este perfil y sin duda agradecerán este carácter dócil.

El Clase A en el mercado

Como comentamos en la primera parte, el Clase A ha sido no renovado, sino concebido de cero y saltando de segmento, siendo ahora un compacto  -rival del A3, Astra…-  al que se le augura un gran éxito. El que quisiese un Clase A como pequeño monovolumen, tendría que buscar en la Clase B, que es algo mayor.

Es un Mercedes, así que  ya sabemos que la depreciación no estará de nuestro lado a la hora de hacernos con uno. La unidad probada podía adquirirse por algo más de 20.000€. En el mercado de segunda mano, los modelos más asequibles de 2008 rozan los 10.000€. Las mejores unidades, con unos 100.000 km y en mecánicas diésel, cuestan alrededor de 12-13mil €.

¿Qué nos llevamos por ese precio? Un coche polivalente, funcional, muy bien terminado y cómodo, con fiables mecánicas tanto en diésel como en gasolina. En definitiva, un coche más grande de lo que parece, en todos los sentidos.


Agradecemos a Daniel de la Vallina la cesión del vehículo y su colaboración a lo largo de la prueba

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