CUANDO CORRER NO ES CORRER



Hoy vamos a hablar de algo tan manido como es el límite de velocidad en las autovías, que como sabéis, es por lo general de 120km/h, un tope con el que casi todos discrepamos al menos en parte. Vamos a comentar un poco los motivos por los que se debería revisarse este límite y que soluciones podrían implementarse.


La no evolución

Los famosos 120km/h se establecieron en 1981. Dando un voto de confianza al Ministerio de Obras Públicas  -ahora Fomento-  , daremos por hecho que las infraestructuras han sufrido mejoras desde entonces, aunque a veces no de esa impresión. Teniendo mejores carreteras, medidas de seguridad y demás, ya vemos importantes motivos por los que deberíamos poder viajar más rápido.

Aún hay otra razón que explicaremos un poco más gráficamente. Os presento un coche de 1981:


A continuación, un equivalente (segmento C) en la actualidad:


No sé si hace falta expresar algo con palabras, las imágenes ya son de por si bastante comunicativas. La cosa es que ahora mismo, es igual de cenutrio el que va a 130km/h en el Fiat Ritmo que el que viaja a bordo del Alfa Giulietta a la misma velocidad. 

Aquí entra en juego también las estimación personal que cada conductor hace de las posibilidades de su coche. Yo conduzco un Citroën Xsara y sé que a más de 150 km/h mi bólido no pisa con aplomo. Para otros, pasar del centenar de kilómetros a la hora debería estar prohibido y el que tenga un Ferrari irá al doble de lo permitido muy tranquilo.

Por último iba a añadir que el conductor medio actual, gracias al acceso a mucha más información, democratización de la conducción, etcétera,  debería ser mejor que el conductor antiguo. Sin embargo, como esta teoría en la vida real no se observa nunca, supondremos que conducimos igual de bien o de mal antes que ahora.


Soluciones: varias posibles, pocas aplicables



A mi entender, la mejor solución: velocidad libre en las autovías y autopistas, dejando al conductor  -al que se le supone sentido común y tener siempre consciencia de sus circunstancias, posibilidades y medios- la decisión de a qué velocidad circular. Descartamos directamente esta opción porque como sabemos la irresponsabilidad es deporte nacional en esta España.

La segunda mejor solución y primera de entre las factibles, es establecer límites dinámicos que se actualicen en tiempo real o casi. Al igual que tenemos carteles luminosos donde leemos mensajes tipo “si corres te pegarás una buena castaña” o “ si le pisas te meteremos el sable”, podemos tenerlos para indicar a qué velocidad podemos circular: ¿Qué está diluviando? Se baja a 100. ¿Qué son las 7 de la mañana y el tráfico es fluido? Pues 150. ¿Y si la autopista es una recta eterna, de tres carriles por sentido y no hay un alma? Cambiamos a 180. Fácil, sencillo y para toda la familia. Esta posibilidad no la llegaremos a disfrutar nunca porque requeriría una importante inversión, mas medios y hacer estudios serios de las autopistas. Inversión, medios y serio, palabras incompatibles con Gobierno de España.


La tercera y más probable a medio plazo es mirar para arriba y copiar el límite de algún país vecino y establecer un nuevo límite genérico, probablemente 130km/h, y a correr. Tanto da que sea escaso para muchos tramos y excesivo para otros, lo cual es el principal riesgo de poner el mismo límite para todos. Ejemplo: en el tramo Torrelavega-Santander, entre las curvas, cambios de rasante y tráfico que suele tener, ir a 120km/h es cuando menos peligroso. Luego está Castilla, que tiene tramos donde circular a esa misma velocidad te puede provocar un soponcio.

Ansioso estoy de conocer cuál es el paso que dará la DGT en este sentido. Lo que está claro es que no podemos seguir mucho mas con los límites de hace treinta y pico años... ¿no?

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