LOS "OTROS" EFECTOS DE LA CRISIS EN LA INDUSTRIA



Es habitual, cuando uno se pone a pensar en la relación entre la crisis económica y la industria automovilística, reparar únicamente en los resultados económicos o las pérdidas sociales, algo lógico a tenor de las repercusiones tan nefastas que conllevan. Sin embargo en esta ocasión vamos a dejar de lado las ayudas a las marcas, sus pérdidas o las decenas de fábricas cerradas con sus consecuentes despidos para centrarnos en algunas medidas que están tomando los constructores para capear el temporal de la mejor manera posible.

Compartir plataforma: lo mismo para todos

¿Quién no ha oído alguna vez que “un Golf es un León pero inflado de precio”? Bueno, la realidad no es estrictamente así, pero dicha afirmación sí que encierra algo de razón dado que el grupo VAG comparte plataformas entre modelos de sus principales marcas (Audi, Seat, Skoda, Volkswagen). Esta práctica no es exclusiva del conglomerado alemán: si ellos tienen su nueva plataforma MQB, el grupo PSA  -Peugeot y Citroën-  tienen su EMT2 y el grupo Fiat la C-Evo. Renault y Nissan también recurre a este método de mejorar costes.


Lo mismo sucede en interior: mandos, interruptores, inserciones… entre marcas afines se comparten todo tipo de instrumentos para ahorrarse una buena pasta. Si alguna vez os habéis subido a un Dacia, no os volváis locos cuando sintáis un déjà vu: os recuerda a un Renault de anterior generación. En PSA y VAG también tienen modelos que no ocultan su idéntico origen.

En lo tocante a los motores pasa tres cuartos de lo mismo, aunque esto es algo a lo que ya estábamos más acostumbrados y que resulta perfectamente entendible, pensad que estamos hablando de la parte más fundamental de un coche. Actualmente, compartir propulsores no solo es una práctica muy habitual sino que hay casos realmente llamativos, vease el caso del motor 1.6 TDI 105 CV del grupo Volkswagen, que podemos verlo bajo muchos capós distintos: A1, Polo, Fabia, Ibiza, Golf, León, A3… incluso en el Octavia y el Passat.


Un peculiar ejemplo muy ilustrativo de todo lo dicho era  - y aún es, pero se dejará de fabricar en verano-  el Seat Exeo: una berlina del segmento D que no es otra cosa que un Audi A4 de tercera generación  (2004-2008) remozado. Las semejanzas son evidentes, a pesar de las ópticas, calandra y demás adornos. Incluso lleva el motor en posición longitudinal como el A4 del que deriva. Ahora se entiende que se venda a un precio realmente competitivo, cuando la maquinaria estaba más que amortizada y los procesos, mil veces probados.

Nuevos modelos para los nuevos tiempos

Cuando todo lo anterior no es suficiente para conseguir vender más  -no hace falta recordar que no tenemos un duro, ¿verdad?-  no queda otra que sacar al mercado modelos más asequibles pero igual o más prácticos, como las nuevas berlinas asequibles del segmento C  -compactos con culo, para entendernos-  tipo Renault Fluence, Fiat Linea, Seat Toledo… Coches que llegan para dar a las familias espacio, capacidad de carga y economía de uso a costa de ofrecer motores no muy capaces, equipamiento básico  -algunos incluso montan frenos de tambor, algo impensable en coches así hace un lustro-  y no demasiadas florituras en cuanto a acabados.


Algunas marcas como BMW no han sacado modelos más asequibles pero sí han sacado versiones que mejoran la relación precio/equipamiento, como la Essential Edition en el caso del fabricante bávaro. El grupo VAG ha ido más lejos y, en las versiones menos potentes del Leon, Golf y A3 han sustituido el esquema multibrazo de la suspensión trasera por un eje de torsión, más económico de producir y menos sofisticado. Hay quien defiende este cambio arguyendo que muchos rivales usan ese sistema y  siguen siendo coches efectivos y muy capaces  -desde un cómodo C4 hasta un Megane RS-  pero cuesta no ver lo negativo del asunto: es como cambiar una cocina de inducción por una de gas tradicional, sigue siendo una solución perfectamente válida pero el cambio en sí es dar un paso atrás.

Ya no compramos los mismos coches…


...Y dudo que sea por falta de ganas. Hace años la lista de los más vendidos siempre estaba encabezada por un compacto: cuando no era el Citroën C4 , era el Renault Megane o el Volkswagen Golf, disputándose el liderato siempre vehículos del segmento C. La crisis ha cambiado esto y en enero de este año, el más vendido fue nada menos que el Dacia Sandero, el low-cost por excelcencia de nuestro mercado. En abril, el Ibiza y el Polo, ambos utilitarios del segmento B, se las tenían tiesas con C4 y Megane y un mes más tarde, el Corsa superaba al Ibiza como coche de mayor éxito.

Otro buen indicador de la salud de nuestra economía es lo bien que le va a la ya mencionada Dacia, que en plena catástrofe del sector no solo no tiene problemas con la demanda sino que ha tenido algún contratiempo a la hora de satisfacer todos los pedidos.


Se acabaron los jóvenes con bemeuves del año y lujosos audis aparcados a la puerta de casa... al menos por un tiempo. Esperemos, por nuestro bien, que sea breve.

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