GRANDES COCHES DE LA HISTORIA: LEXUS LFA



Desafortunadamente, Lexus es relativamente poco conocida en nuestro país. Y es una lástima, porque este fabricante japonés produce coches que no tienen absolutamente nada que envidiar a otras marcas premium como Mercedes-Benz. Son conocidos, entre otras cosas, por su excelente calidad de construcción, su gran fiabilidad y sus modelos híbridos, que emplean la tecnología de su casa matriz, Toyota.

Pese a notables excepciones como el IS-F, la apuesta de Lexus tira más por la comodidad, la tecnología o el cuidado del medio ambiente que por la deportividad, característica que tienen presente pero relegada a un segundo plano. Nunca han pretendido acercarse al lado más salvaje del automóvil… hasta ahora.

Si hace unos cuantos años le llegan a decir a cualquiera que Lexus sería capaz de crear un superdeportivo de la talla de un Ferrari 599 GTB o de un Lamborghini Gallardo, una máquina capaz de pasar a la historia  -porque aunque sea "nuevo", ya es parte de ella-   las carcajadas se hubieran oído bien lejos. Pero ahí estaba Lexus, inasequible al desaliento, para demostrar que el 90% del éxito se basa simplemente en proponerselo e insistir. Tras nueve años de desarrollo, nace el brillante LFA.



Hay que reconocer que, para ser un superdeportivo, no es la cosa más extravagante del mundo. Tiene ojos de enfado, sí, y agresivas tomas de aire también. Alguna excentricidad como aderezo  -el triple tubo de escape central o las rejillas bajo las ópticas traseras-  y un alerón desplegable. Diría que es llamativo sin ser escandaloso. Musculoso, pero sin caer en estridencias.

Definitivamente, donde más sobresale es a nivel técnico: el LFA representa el sueño de todo ingeniero, un prodigio surgido de las mejores mentes japonesas a las que se les dio un folio, un bolígrafo y un cheque en blanco. A primera vista, este Lexus no muestra sus virtudes: no hay un cristal para ver el motor, las puertas no se abren en ningun ángulo raro ni tiene un alerón tan grande como una litera de Ikea  -es un Lexus, al fin y al cabo-  Lo bueno se aprecia en los detalles. 
Por ejemplo en el interior, fantástico, con todo el refinamiento de Lexus contrastando con tanta fibra de carbono y deportividad. O bajo la pintura, que oculta un cuerpo fabricado íntegramente en fibra de carbono reforzada con plástico (CFRP), obtenida mediante procesos diseñados específicamente para este coche. De hecho, un 65% del LFA está realizado en este material, de ahí que pese como un Passat. 

¿Otro ejemplo? Los retrovisores. Donde nosotros vemos un espejo pegado en una trozo de plástico, los cerebritos de Lexus vieron un elemento aerodinámico para canalizar el flujo de aire de modo que entre directo al radiador. Fijaos en la última foto, la del LFA naranja: en la parte derecha se ve la toma de aire, justo entre el pilar y el retrovisor. Fantástico.

El motor necesitaría una entrada aparte. Impagable la decisión de los ingenieros de construir el motor 1LR-GUE tal y como debía ser: un 4.8 V10 de aspiración atmosférica. Sin turbos, sin intercoolers, sin aditivos, 560 CV tan puros como el alma de un niño. Fabricado íntegramente en aluminio, es más pequeño que la mayoría de los V8, pesa casi tan poco como un V6 y va situado en posición central delantera. Sube de vueltas con tanta facilidad  -0,6 segundos desde el ralentí al corte-  que han tenido que ponerle un cuentarrevoluciones digital porque una aguja analógica no daba tanto de sí.


Del sonido... ¿qué podriamos decir del sonido? Se nota la mano de Yamaha. Sí, la misma que fabrica instrumentos musicales como pianos, violines o el motor del LFA. No sé si hay otro capaz de emocionar de esa manera cuando alcanza el régimen máximo, a unas mareantes 9.500 revoluciones. ¿Recordáis esos antiguos motores V10 de los Fórmula 1? Pues es exactamente eso. Arte, igual que el Rigoletto de Verdi o La Traviata.

Jeremy Clarkson  -que por muy comediante que sea, de coches tiene que saber un rato-  dijo de él que era lo mejor que había conducido. También afirmó que, cada vez que engranas una marcha, es como si te diesen con un mazo en la espalda. Me lo creo cada vez que veo un vídeo suyo en Youtube, como este de Tiff Needell



Igual que sucede en las tragedias griegas, el LFA tampoco escapó del cruel destino que le aguardaba un 24 de junio, hace ayer tres años, cuando  se llevó por delante la vida de Hiromu Naruse en un trágico accidente. Naruse, jefe de pilotos de Toyota, estuvo muy ligado al desarrollo del Lexus, al que estaba probando en los aledaños del circuito de Nurburgring. Como muchas otras grandes creaciones, el LFA tendrá siempre un lado oscuro, en este caso ligado a la pérdida del reconocido ingeniero japonés. Queda el consuelo de saber que su legado no caerá en el olvido y que su nombre siempre estará unido al de esta brillante creación.

Solo 500 unidades verán la luz del día, por supuesto todas ya vendidas y pagadas, a algo menos de 400.000€ la unidad, mucho más  -alrededor de 150.000€ de diferencia-  que su equivalente en Ferrari, por ejemplo. Claro que ante semejante obra maestra, decir que el precio es excesivo es como afirmar que la Capilla Sixtina resulta bonita pero "ocupa demasiado”.

Convendréis conmigo que un coche puede ser, a veces  -Ferrari 250 GTO, Mercedes 300 SL-  una pieza de arte, ¿verdad? Entonces, seamos coherentes: si le damos las gracias a Miguel Angel por esa magnífica bóveda..¿ sería justo hacer lo propio con Lexus, por el LFA?


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