TARDE DE COMPRAS



Como muchos otros hombres, disfruto burlándome  -siempre de broma, claro-  de la afición de casi cualquier chica a comprar, mirar ropa, bolsos, zapatos… Supongo que sabéis a qué me refiero. En mi caso, criticar esa pasión aunque sea entre risas es todo un ejercicio de hipocresía porque yo también adoro ir de shopping. La única diferencia es que, en las tiendas que disfruto, no hay modelos escuálidas ataviadas con diseños imposibles, sino coches. Coches nuevos y relucientes.

El caso es que ayer tuve una de esas gloriosas tardes de compras con un amigo, Victor, que está buscando coche. Tiene un dilema un poco radical: está entre un Jeep Wrangler  -opción pasional-  o un BMW Serie 1 coupé  -opción racional-  y como internet sólo da para lo que da, decidimos pasarnos por los respectivos concesionarios, aunque él ya los había mirados en su ciudad natal.

Encontramos antes Jeep uno de esos concesionarios multimarca o como se llamen. Había como mucho tres o cuatro comerciales para Lancia, Fiat, Alfa Romeo y la propia Jeep. El comercial que nos atendió parecía un poco escéptico, como si no se creyera que fuéramos en serio. Desconozco sí es común la práctica de ir a concesionarios a mirar coches sin tener ninguna intención de comprarlos o  es que dos jóvenes de veintipocos años resultan sospechosos per se, lo cierto es que me sentí un poco incómodo. 

A parte de eso, el tipo en cuestión no sabía un carajo del Wrangler, no sé ni cómo lo distinguió del Cherokee que había al lado. Se limitó a abrir una puerta, sin ofrecer a mi amigo sentarse dentro, contarle o explicarle algo. No creo que estuviera ni dos minutos enseñándonos el coche.


A la vuelta a su mesa, sí que estuvo un rato leyendo del ordenador la tediosa lista de equipamiento  -por cierto, señor vendedor, si habla del sistema UConnect Tunes, al menos explique que narices es eso-  para después ponerse a hacer números y hacer un precio final estimado. Lo mejor vino después cuando mi amigo dijo que entregaría su coche a cambio. Llegó un señor del taller oficial contiguo y, ni corto ni perezoso, empezó a trastear con el coche. Incluso lo cogió y se fue a dar una vuelta de cinco minutitos sin preguntarle a mi amigo si le parecía bien.

Le preguntamos si habría alguna posibilidad de probarlo. Conociendo el escaso refinamiento de los anteriores Wrangler, Víctor necesitaba saber hasta qué punto había dejado de ser un bonito pero tractoril invento americano. El señor se negó rotundamente, arguyendo que “no podían dejarlo probar así a la ligera”. Su único trabajo era sacarlo del concesionario, pero habida cuenta de que solo tenían esa unidad de exposición, casi me pareció razonable.

Las comparaciones son odiosas

De Jeep fuimos a BMW, que estaba muy cerca. Aquello parecía otro mundo: cierto ajetreo, coches muy bien expuestos, una iluminación como debe ser  -el anterior concesionario era muy oscuro-  y una comercial que salió a recibirnos apenas entramos por la puerta.


La señora tendría unos cuarenta y muchos, iba impecablemente vestida y, por qué no decirlo, aún conservaba cualidades que dejaban intuir su anterior condición de pibonazo. Noté que la señora nos caló enseguida, cogió nuestro rollo, para que se entienda. Mi amigo le explicó lo que quería y antes de sentarnos, nos acercó a un Serie 1 allí expuesto. Aquella mujer sabía de lo que hablaba: tenía un dominio abrumador de los aspectos estéticos, del interior y de su equipamiento sin necesidad de tener el ordenador delante. Se prodigó menos en aspectos mecánicos, no sé si por dominarlos menos o porque no le preguntamos demasiado, pero era tan gratificante escuchar la autoridad con la que hablaba...

Como buena comercial, se le escapó alguna observación “demasiado optimista” de aquel BMW, pero tampoco dijo ninguna mentira flagrante. Cuando acabó la visita guiada a través del 118d y nos llevó a su mesa, ya nos tenía absolutamente metidos en el bolsillo.
Nos configuró el coche de rigor, nos explicó y recomendó equipamiento y nos "vendió" algún extras-  que no tengo claro que mi amigo quisiera, aunque bien pudo haber incluido un remolque o una sillita de bebé sin que nos diéramos cuenta por lo absortos que estábamos mirando el reluciente Serie 1 coupé azul en su pantalla.


Cuando mi amigo le dijo que más adelante volvería porque le interesaba probarlo, a nuestra comercial  -no recuerdo bien su nombre, algo como Miriam o Maite-  le faltó tiempo para ir a buscar unas llaves y ponerlas encima de la mesa. Nos acompañó fuera hasta donde estaba aparcado un Serie 1 de cinco puertas pero con el mismo motor que quiere Victor. Nos hizo firmar un papel, nos entregó la llave y nos dijo que fuéramos a dar una vuelta.  A esas alturas, yo ya estaba pensando alguna forma de estafar/engañar/coaccionar a mi padre para hacerme con su dinero y marcharme de allí con coche nuevo.

Al volver se interesó por nuestra opinión, nos habló de algunos flecos que quedaban por solucionar y se despidió muy amablemente. Salimos encantados de allí. 

Lo más probable es que mi amigo se decida por el BMW porque lo del Wrangler es un poco el calentón, un capricho. Es un coche caro y, por sus características, o se tienen unas necesidades muy particulares o no es la compra más recomendable. Pero si él o yo mismamente hubiéramos tenido que elegir entre un Jeep y un BMW equivalente, ocho de cada diez veces hubiéramos comprado la opción alemana solo por la sideral diferencia de trato entre un concesionario y otro.


No quiero decir que todo esto sea norma, mi experiencia es única y no extrapolable, supongo que hay concesionarios buenos y malos en todas las marcas. No obstante me pregunto si ahora que las ventas de automóviles están en mínimos históricos y que ni el Plan Pive es capaz de detener la sangría  -solo la ralentiza-  , ¿no interesará a los fabricantes prestar especial atención a sus redes de concesionarios? Antes, perder un cliente tampoco suponía gran cosa, los coches se vendían solos. Hoy, si el comercial de Jeep nos hubiera sabido vender ese Wrangler, quizá podría haber salvado el mes. O, tal y como están las cosas, quizá incluso su propio puesto de trabajo.

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