EL FUTURO TRAJE DE LOS WRC


Como muchos otros, crecí queriendo un Lancer Evo V. Rojo y blanco, como el de Makkinen. Con un alerón grande y unas llantas Enkei como las de Makkinen. Y oye, por muy cantoso que fuese, con unos vinilos de Marlboro y Ralliart, también como los de Makkinen. Lo mismo me ocurrió  -ya se sabe, los niños van por rachas-  con el Corolla de Sainz, el Impreza de Solberg y el Xsara T4.

“Tenerlos” no era tan difícil, porque los coches de rally se parecían mucho a los coches de calle, eran perfectísimamente identificables. De hecho, algunos de los coches más recordados de los rallies eran sorprendentemente parecidos a las versiones de calle: el Lancia Delta, Los primeros Imprezas, los Celica de Sainz, el Escort Cosworth y su perfecto alerón…

Cuento todo esto porque para el nuevo reglamento del Mundial de Rallies, que entrará en vigor en 2017, se tiene previsto aumentar y exagerar aún más la estética de unos vehículos  -los WRC actuales-  bastante exagerados ya. No digo que no me gusten, porque me encantan, pero en mi opinión están muy cerca de sobrepasar el límite de lo estéticamente aceptable. No hay más que ver las exageradas aletas y pasos de rueda de los Polo, Fiesta, DS3 e i20 actuales, que no tienen absolutamente nada que ver con sus equivalentes de calle. Lo mismo ocurre con los alerones y con otros apéndices aerodinámicos.

Darle otra vuelta de tuerca a esto significaría que empezaríamos a no ver la conexión entre ese coche que nos vuelve locos en cada tramo con el coche de calle que nos podemos permitir. Puedo comprar un Evo de segunda mano y sin echarle nada de imaginación, puede emocionarme tanto como lo hacía el de Bäcklund. Y eso seguro que generaba ventas, las marcas podían usarlo como reclamo y relacionar su éxito en competición con los productos que ponían en la calle.

Hoy un niño que adore a Dani Sordo como yo adoraba a Carlos Sainz difícilmente crecerá queriendo un Hyundai i20 porque todo parecido entre el modelo de calle  -que encima no tiene una versión deportiva como Dios manda-  y el que conduce su ídolo es pura coincidencia. Los niños ingleses tampoco se acodarán de su ídolo Elfyn Evans cuando vean un Fiesta ST por su ciudad.

Creo hablar en nombre de la mayoría cuando digo que no nos gustaría ver en los tramos coches de tipo silueta, ni buggies, ni carrocerías con faros pintados como en la NASCAR, donde apenas sí hay conexión entre la competición y la calle. Lo que queremos es que, cuando nos giremos para echarle un último vistazo a nuestro coche después de aparcar, nos suban las pulsaciones pensando que con uno igual Fulanitonen fue campeón del mundo.


En los rallies, hombres y máquinas no son dioses, sino héroes. Y lo que diferencia a estos últimos de los primeros es que cualquiera puede convertirse en uno.


Contenido extra:

Esta "cosa" es lo que proponen desde la FIA. Suerte que no depende de ellos sino de los equipos...



Fotos: kiwirallyfan.com
           khrallyteam.com
           taringa.com
           diariomotor.com

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