CÓMO DISFRUTAR TAMBIÉN EN EL ORDENADOR



En esta ocasión vamos a pasar un poco de coches, técnicas, noticias y demás cosas de nuestro día a día para darle una oportunidad a lo virtual.

Hace unos años, cansado de tanto Need for Speed, Colin McRae  -valiente forma de cargarse una franquicia-  y arcades con menos realismo que el de un correpasillos, me puse a buscar un simulador de verdad. Por entonces descubri dos: el Rfactor y el Richard Burns Rally. Como los tramos me tiran más que los circuitos, me decanté por el segundo.


La primera impresion

Ni siquiera recién instalado me llamó la atención la calidad gráfica del juego excepto la relativa al coche: las llantas en unas verdaderas tres dimensiones, las recreaciones bastante buenas de los coches, el polvo… El resto era y es de lo más normalito. Sin embargo lo que me conquistó  -y lo sigue haciendo aún hoy-  fue la representación de la física del coche, o para ser más exactos, su interacción con el suelo que pisa.


Hasta entonces, en el mejor de los casos, los tramos de cualquier juego de rallies no eran más que una superficie plana  -con subidas y bajadas, pero lisa- con diferente nivel de agarre según fuera asfalto, grava o nieve. En RBR, abreviatura por la que también se conoce, un tramo es tan irregular como cualquier camino de verdad. De hecho, es difícil que un bache afecte a las dos ruedas de un mismo eje por igual, y según cómo lo pases por encima, el coche reacciona de una u otra manera.

Es imposible  -creedme-  hacer un tramo igual dos veces. Siempre hay rebotes, zanjas o una cuneta que provoca que el coche nunca te haga el mismo “extraño”. Cada curva se convierte en una improvisación, tal y como sucede en los rallies de verdad  -eso es lo que los hace tan diferentes a las carreras en circuito- . La física del coche también está, como decía muy conseguida: es un verdadero placer jugar con las inercias, con el balanceo, colocando el coche como si fueras un profesional. Puedes dar un golpe de gas antes de un salto y hacer un vuelo perfecto, o frenar antes del mismo y destrozar el morro del coche. Tiene un defecto menor y es que, en ocasiones, el coche es más ligero de la cuenta, como si pesara 500kg en vez de 1200kg.


Otro aspecto que me encanta es poder correr con la posibilidad de tener un sistema de daños realista. No realista en el sentido de representar muy bien los golpes  -que lo hace y de manera notable-  sino en el de que, si te chocas a 30 km/h de frente contra un árbol, se acabó el rally. A parte de eso, las suspensiones, el radiador  -con él roto, apenas duras un tramo antes de que el coche se te pare-  los ejes, los diferenciales, la caja de cambios… todo es susceptible de estropearse.

No menos importante es el aspecto de la configuración: años después aún no soy capaz de decir para qué sirve cada cosa, cada posibilidad que ofrece este fantástico juego de modificar el coche. Solo el capítulo de las suspensiones ya tiene una complejidad inaudita, como para meterse a configurar el tarado de los diferenciales…

Mods y comunidad: posibilidades infinitas

Como buen juego para “frikis” que es, tiene detrás una importante comunidad que ha hecho posible que puedas hacer cosas como conducir con las notas de Luis Moya, utilizar casi cualquier coche que hayas visto en un rally o disfrutar de trazados nuevos exactamente iguales a los tramos en los que se inspiran. En Rallyesim se pueden descargar una multitudo de modificaciones y contenidos extra para el Richard Burns Rally, amén de poder solucionar cualquier duda en su vasto foro.


Así que ya sabéis: si buscáis un juego de conducción que suponga un reto de verdad y sea lo más fiel posible a la competición real, dadle una oportunidad a Richard Burns Rally, seguro que os gusta.

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